El Nàpoli Argentino en Uruguay III
Tercera entrega de la crónica del viaje a Uruguay...
El primer partido internacional del Nápoli argentino se disputó en el campo de deportes del colegio religioso Juan XXIII que constaba de una cancha principal y tres auxiliares; dos viviendas, una de ellas del casero del predio; una capilla y los baños, uno para hombres con dos inodoros, una lavamanos y una ducha, y otro para mujeres, sin ducha. A lo largo y ancho del predio había unos pocos árboles, por lo que los jugadores napolitanos se cambiaron detrás de los baños, bajo la sombra de la pared norte de esa cúbica y baja construcción. Mientras tanto, hacia fuera del campo sólo se veían amplias plantaciones de frutos, una característica de la periferia oeste de Montevideo, en el límite con Melilla, en el vecino departamento de Canelones.
“Hace un rato lo dije medio en joda pero, en serio, el lema de este equipo tiene que ser: <>”, señaló, tajante, Ernesto durante la charla técnica.
Finalmente, el DT dispuso que atajara Cristian S.; una línea de cuatro defensores compuesta por Matías G. en el lateral derecho, Nico B. y Ale en la zaga central, y Leandro en la izquierda; un mediocampo con Ricky de “8”, el doble “5” integrado por Víctor y Chuger, y Nico G. en su clásico y viejo puesto de “11”; Esteban de “10”; y arriba el Tanque solitario. Y en el banco de suplentes quedó Ernesto.
No se sabe si fue una premonición, pero Ricky no encendió la filmadora que iba a captar las situaciones de riesgo en el arco atacado por su equipo y así no quedaron imágenes registradas del gol que se perdió casi debajo del arco en el inicio del partido que resultó ampliamente favorable para los visitantes que tuvieron que adaptarse a un pasto alto y una pelota dura pero liviana y bastante caprichosa.
Enseguida llegó una apilada maradoniana de Esteban –quien parecía no sentir los efectos de la resaca- que terminó con la pelota yéndose al lado del palo más lejano del arquero rival y poco minutos después llegó el 1-0 con un tanto de Cristian L. tras una jugada colectiva de izquierda hacia el centro del ataque.
Parecía que el visitante iba a marcar el segundo gol en cualquier momento con remates desde corta y media distancia, mientras que el rival sólo se aproximaba tibiamente sólo a partir de algún desacople defensivo napolitano. Primero Cristian S. tapó un mano a mano con la pierna, “a lo Navarro Montoya”, según explicó el propio arquero, y sobre el final del primer tiempo, cuando los celestes ya habían comenzado la rotación con Ernesto por Víctor y Víctor por Esteban, llegó el empate tras una escapada por izquierda del mejor jugador de los locales, Ñato, el “9”, que se ensució al final con una serie de rebotes que favorecieron al delantero.
En el entretiempo, la charla del DT fue clara: había que plasmar la superioridad en el desarrollo del juego dentro del arco y había que hacerlo rápido, para liquidar la historia lo antes posible. También hubo algunos cambios tácticos: Víctor por Matías G. pero ocupando la posición de zaguero central junto a Nico B., Ale al lateral derecho para tratar de neutralizar al Ñato, Ernesto al arco y Cristian S. de delantero junto al Tanque.
En los primeros minutos del segundo tiempo, el plan 4-3-1-2 agresivo del visitante dio sus frutos porque Esteban marcó el 2-1 tras otra jugada que comenzó por la izquierda del ataque napolitano y culminó en la posición de “9”. Pero, enseguida, el Ñato capturó un rebote a la salida de un corner y la clavó en el ángulo.
Entonces aparecieron los fantasmas que en los últimos meses aquejaban al Nápoli argentino y hubo algunas discusiones entre los jugadores, mientras que los locales dialogaban entre sí tratando de adelantar la “escuadra”. Si bien al equipo de Aldo Macchio faltaba un “back”, tenían un buen “golero” que se encargó de neutralizar las situaciones del gol de los argentinos. Las otras llegadas se perdieron por arriba del “larguero”.
El peor momento del visitante terminó promediando el segunda etapa, cuando Chuger tomó un despeje de un tiro de esquina sobre la derecha, como un “8” adelantado” y desde el borde del área eludió a un defensor rival y le pagó al segundo palo, inflando la red del costado: 3-2.
Luego vinieron más cambios con Matías G. por Leandro y Leandro por Nico G., mientras que Ernesto tapó el 3-3 en un mano a mano contra el Ñato. Hasta que hubo un tiro libre cerca de la posición desde la que Chuger había convertido su gol y Cristian L. le pegó a colocar, por afuera de la barrera. La pelota superó el vuelo del arquero, impactó en el travesaño, cerca del ángulo, picó sobre la línea y se metió arriba, enredándose detrás del poste horizontal. El 4-2 fue tranquilizador para el visitante y el gol 150 para el tanque, quien luego de convertir salió del campo para dejarle su lugar a Nico G.
A pesar de que las piernas pesaban cada vez más, los napolitanos generaron más situaciones de gol, varias de ellas neutralizadas por el arquero local, hincha de Racing de Montevideo y que atajó con una remera del club de sus amores firmada por sus ídolos. Y en una de esas llegadas, Esteban se escapó por derecha y definió cruzado para poner el 5-2 que prácticamente sellaba que equipo iba a resultar victorioso.
Pero el local no se dio por vencido y descontó sobre el final, cuando en el arco visitante ya estaba un extenuado Esteban, en lugar de Ernesto: 3-5.
“¡Vamo arriba la celeste!”, bromeó Nico B. con tonada uruguaya tras el pitazo final que desató la alegría del visitante, cuyos jugadores terminaron recostados sobre el pasto, dentro del arco que habían atacado durante el primer tiempo y detrás del cuál habían colgado su bandera de los 10 años. Se sacaron varias fotos con la filmadora de Nico G. -que sí captó los cuatro goles del segundo tiempo- y luego, lentamente, se dirigieron hasta los baños para comenzar el largo proceso de ducharse.
Por su parte, los rivales se dispusieron a preparar el tercer tiempo: picaña y chorizo a la parrilla con mucha cerveza brasileña helada para apagar tanto fuego, mientras escuchaban el partido de Peñarol frente a Cerro Largo por la radio...
“Hace un rato lo dije medio en joda pero, en serio, el lema de este equipo tiene que ser: <
Finalmente, el DT dispuso que atajara Cristian S.; una línea de cuatro defensores compuesta por Matías G. en el lateral derecho, Nico B. y Ale en la zaga central, y Leandro en la izquierda; un mediocampo con Ricky de “8”, el doble “5” integrado por Víctor y Chuger, y Nico G. en su clásico y viejo puesto de “11”; Esteban de “10”; y arriba el Tanque solitario. Y en el banco de suplentes quedó Ernesto.
Arriba (de izquierda a derecha): Ricky, Nico B., Leandro, Esteban, Ernesto, Víctor y Chuger.
Abajo: Nico G., Cristian L., Ale, Matías G- y Cristian S.
Enseguida llegó una apilada maradoniana de Esteban –quien parecía no sentir los efectos de la resaca- que terminó con la pelota yéndose al lado del palo más lejano del arquero rival y poco minutos después llegó el 1-0 con un tanto de Cristian L. tras una jugada colectiva de izquierda hacia el centro del ataque.
Parecía que el visitante iba a marcar el segundo gol en cualquier momento con remates desde corta y media distancia, mientras que el rival sólo se aproximaba tibiamente sólo a partir de algún desacople defensivo napolitano. Primero Cristian S. tapó un mano a mano con la pierna, “a lo Navarro Montoya”, según explicó el propio arquero, y sobre el final del primer tiempo, cuando los celestes ya habían comenzado la rotación con Ernesto por Víctor y Víctor por Esteban, llegó el empate tras una escapada por izquierda del mejor jugador de los locales, Ñato, el “9”, que se ensució al final con una serie de rebotes que favorecieron al delantero.
En el entretiempo, la charla del DT fue clara: había que plasmar la superioridad en el desarrollo del juego dentro del arco y había que hacerlo rápido, para liquidar la historia lo antes posible. También hubo algunos cambios tácticos: Víctor por Matías G. pero ocupando la posición de zaguero central junto a Nico B., Ale al lateral derecho para tratar de neutralizar al Ñato, Ernesto al arco y Cristian S. de delantero junto al Tanque.
En los primeros minutos del segundo tiempo, el plan 4-3-1-2 agresivo del visitante dio sus frutos porque Esteban marcó el 2-1 tras otra jugada que comenzó por la izquierda del ataque napolitano y culminó en la posición de “9”. Pero, enseguida, el Ñato capturó un rebote a la salida de un corner y la clavó en el ángulo.
Entonces aparecieron los fantasmas que en los últimos meses aquejaban al Nápoli argentino y hubo algunas discusiones entre los jugadores, mientras que los locales dialogaban entre sí tratando de adelantar la “escuadra”. Si bien al equipo de Aldo Macchio faltaba un “back”, tenían un buen “golero” que se encargó de neutralizar las situaciones del gol de los argentinos. Las otras llegadas se perdieron por arriba del “larguero”.
El peor momento del visitante terminó promediando el segunda etapa, cuando Chuger tomó un despeje de un tiro de esquina sobre la derecha, como un “8” adelantado” y desde el borde del área eludió a un defensor rival y le pagó al segundo palo, inflando la red del costado: 3-2.
Luego vinieron más cambios con Matías G. por Leandro y Leandro por Nico G., mientras que Ernesto tapó el 3-3 en un mano a mano contra el Ñato. Hasta que hubo un tiro libre cerca de la posición desde la que Chuger había convertido su gol y Cristian L. le pegó a colocar, por afuera de la barrera. La pelota superó el vuelo del arquero, impactó en el travesaño, cerca del ángulo, picó sobre la línea y se metió arriba, enredándose detrás del poste horizontal. El 4-2 fue tranquilizador para el visitante y el gol 150 para el tanque, quien luego de convertir salió del campo para dejarle su lugar a Nico G.
A pesar de que las piernas pesaban cada vez más, los napolitanos generaron más situaciones de gol, varias de ellas neutralizadas por el arquero local, hincha de Racing de Montevideo y que atajó con una remera del club de sus amores firmada por sus ídolos. Y en una de esas llegadas, Esteban se escapó por derecha y definió cruzado para poner el 5-2 que prácticamente sellaba que equipo iba a resultar victorioso.
Pero el local no se dio por vencido y descontó sobre el final, cuando en el arco visitante ya estaba un extenuado Esteban, en lugar de Ernesto: 3-5.
“¡Vamo arriba la celeste!”, bromeó Nico B. con tonada uruguaya tras el pitazo final que desató la alegría del visitante, cuyos jugadores terminaron recostados sobre el pasto, dentro del arco que habían atacado durante el primer tiempo y detrás del cuál habían colgado su bandera de los 10 años. Se sacaron varias fotos con la filmadora de Nico G. -que sí captó los cuatro goles del segundo tiempo- y luego, lentamente, se dirigieron hasta los baños para comenzar el largo proceso de ducharse.
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