Inolvidable


“Hola, ¡¿cómo vamos?!”, preguntó Nico del otro lado de la línea del teléfono celular de Ale y a unos 9.000 kilómetros de distancia. Se escuchaba entrecortado, por lo que Ale le respondió casi a los gritos: “Cuatro a cuatro y hay córner para nosotros. Bancá. No cortes”. Luego, el receptor de corrió el celular de su oído y lo alzó hasta la altura de sus hombros para que su amigo escuchara el sonido ambiente de un partido vibrante entre el Nápoli Argentino y su clásico rival, Galván.

Era tiempo de descuento cuando Nacho pateó el tiro de esquina desde el costado izquierdo, la pelota hizo una parábola alta y se fue cerrando hasta caer en el borde del área chica, cerca del punto del penal. Hubo un intento de tiro al arco de los atacantes, un rebote en la defensa y la pelota salió por la línea de fondo. “Hay otro córner. Ya termina”, le indicó Ale, nervioso, a Nico.

Nacho volvió a acomodar la pelota con su pierna derecha y remató nuevamente. Otra vez, la pelota hizo un recorrido alto y desde afuera hacia adentro hasta que finalmente cayó como una bomba de tiempo en el segundo palo. El arquero rival la intentó atrapar pero se le escapó, o realmente pensó que era una bomba y se la descartó,  y la pelota terminó dentro del arco. ¡5 a 4 y locura total! Los jugadores napolitanos salieron a los gritos a abrazar al compañero que acaba de anotar uno de los goles más recordados en la historia del equipo celeste. Los suplentes se invadieron la cancha y los espectadores del otro lado del alambrado no lo podían creer, menos aun los rivales que habían estado arriba en el marcador durante todo el partido.

Después del gol, sólo hubo tiempo para que el técnico del Nápoli metiera un defensor por un delantero para aguantar el resultado y una jugada más para Galván que terminó en la nada. Mientras tanto, Nico seguía tratando de escuchar las incidencias del encuentro a través del celular de Ale, quien ya ni recordaba que había dejado el aparato encendido.

Llegaron el pitazo final y los abrazos de alegría, los puños apretados, los “¡vamos, carajo!” de los jugadores vencedores y hasta hubo alguno al que se le piantó un lagrimón. Ale, saludó algunos de los rivales y después les pasó el teléfono a sus compañeros envueltos en sudor y pura adrenalina para que saludaran a Nico, quien había palpitado este encuentro desde muchos días antes.

De hecho, Nico había grabado un video con un mensaje especial para sus compañeros que no pudo ser transmitido en la previa ya que los jugadores del Nápoli no tuvieron un vestuario donde cambiarse ni realizar la charla técnica, algo básico en cualquier competencia de este tipo, por lo que tuvieron que prepararse a los apurones y al costado de la cancha.

El clima era óptimo para jugar al fútbol: pleno sol a pesar de estar en invierno, poco viento y casi nula humedad. La única condición en contra era el estado de la cancha, mayormente cubierta de tierra y dura como un mosaico.

Nápoli llegaba segundo en la tabla y con una racha de cinco triunfos al hilo, pero sufría de una seguidilla de lesiones como las de Nico B., Ricky, Ale y Chuger, todos ellos sentados en el banco de suplentes junto al DT Ginés, aunque sólo como espectadores. Además, Esteban y Cristian S. llegaron tarde por problemas físicos y personales, por lo que en el inicio del partido no había relevos.

En ese marco, los napolitanos entraron dormidos y Galván, que había tenido un buen comienzo de torneo pero luego caído en los últimos puestos, se puso 2 a 0 en quince minutos, aprovechando en uno de los goles un error defensivo de su rival.

En desventaja surgieron algunas discusiones entre los jugadores celestes hasta que Pino trajo un poco de tranquilidad al convertir el 1-2 con un gol de cabeza y a los empujones. Para entonces, el arquero de Galván ya había neutralizado varias situaciones de gol y era el único que sostenía la victoria parcial.

Hasta que faltando segundos para que terminara el primer tiempo Ariel puso el empate tras una gran maniobra individual en la que pisó la pelota ante dos defensores y sacó un zurdazo desde el borde del área que se clavó en el ángulo superior derecho del arco.

El empate transitorio calmó aun más los ánimos de los napolitanos y en la charla del entretiempo Ginés exigió jugar con más actitud. “Salimos a no querer ganar el partido”, sostuvo el técnico que, además, pidió tocar más la pelota y no discutir entre compañeros.

El inicio del segundo tiempo fue similar al primero, a los cinco minutos, Mapi, el “10” de Galván que no había jugado desde el arranque sino saltado desde banco de los suplentes, ratificó ser la bestia negra en la historia de los celestes y marcó el 3-2 en un contraataque que tomó mal parada a la defensa napolitana.

Pero esa ventaja duró poco ya que en la jugada siguiente los celestes volvieron a empatar gracias a un gran desborde de Ariel en posición de “7” y un mejor centro a la carrera que cayó en la cabeza de Cristian L., quien desde el punto penal la cabeceó bombeada y al primer palo. ¡Golazo por la velocidad y la precisión!

El 3-3 colocó el partido en una lucha pareja y desprolija en la que Nápoli atacó más. Ya estaba Esteban en la cancha en lugar de Cristian L. para sumar piernas frescas, aunque la “Chancha” no estaba tan fresco por sus problemas físicos. “Me juego todo”, le dijo Ginés a Ale en el banco y luego hizo ingresar a Cristian S. por Sebastián, quien cumplía 200 partidos con el equipo: delantero por defensor.

Los napolitanos atacaban con Saviola y Cristian S. por derecha, Esteban por izquierda y Ariel y Pino por el medio. Y a estos se les sumaba Nacho por distintos sectores. Pudieron haberse puesto arriba en el marcador si el árbitro no anulaba un gol de Ariel luego de una jugada en la que el arquero rival se lesionó y quedó tendido en el piso. El juez no dio ventaja y retrotrajo la acción al momento previo al gol, cuando el guardavalla chocó con un rival, lo que finalmente provocó que tuviera que ser retirado en andas de la cancha.

Esa decisión disparó las críticas airadas de los napolitanos y el partido estuvo detenido unos cinco minutos hasta que el lesionado fue sacado del terreno de juego para recibir asistencia médica.

Su lugar fue ocupado por un jugador de campo, pero Galván pareció no haber sentido ese golpe y faltando ocho minutos se puso 4-3 con otro gol de Mapi.

Parecía el final del Nápoli que poco después se salvó del quinto gol con una doble salvada de Miguel y José en la línea.

Pero llegando al tiempo reglamentario cumplido, Cristian S. puso el 4-4 tras capturar un pase algo sucio y colocar la pelota con un remate bajo, a la derecha del arquero.

Los napolitanos respiraron con cierto alivio ya que al menos no era derrota, aunque para seguir peleando el campeonato había que ganar. Y antes de sacar del medio, el árbitro dio cinco minutos de adición, por lo que las esperanzas se fortalecieron.

Inexplicablemente, Galván, en vez de tener la pelota y esperar el pitazo final para apostar a un empate que significa un excesivo premio para un equipo con un arquero improvisado y ya sin posibilidad de hacer cambios ya que había agotado los mismos –quisieron hacer el sexto pero el árbitro, a instancias de Cristian L. no se lo permitió-, sacó del medio con un pelotazo largo y hacia adelante que fue recuperado por Ariel en posición de “8”.

Lo que vino después fue una jugada maradoniana o a los Messi, con gambetas en velocidad desde el costado derecho y en diagonal hacia el medio del área, dejando rivales desparramados por el piso. Pero al llegar al punto penal, el delantero pateó incómodo porque los defensores ya se le habían ido encima y el tiro fue desviado por el arquero al córner. “Si hacía ese gol, había que cerrar la cancha”, coincidieron todos sus compañeros tras el encuentro.

Y a partir de ese córner se escribió el increíble e inolvidable final de un partido clave en la definición de un torneo parejo como pocos y que le permitió al Nápoli Argentino llegar a la cima de la tabla de posiciones luego de tres años.

AA
Junio 2013

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Maravilloso Chale... Un Documento que dentro de 20 años será recordado como una de las jornadas mas gloriosas de la historia Celeste...