Breve reseña histórica de Nápoli Argentino


Los orígenes

Las historias como la del Nápoli Argentino, tan rica y extensa, tienen una prehistoria, y en este caso la prehistoria se remonta a fines de los 90´y al partido bonaerense de Florencio Varela, donde un primer equipo llamado “Halcón Negro” disputó su primer torneo oficial. Ese conjunto era dirigido por Fernando Rico, actual entrenador del plantel de Superiori, y lo integraban jugadores aún hoy en actividad como Cristian Lavagnino, los hermanos Matías y Nicolás Giaccardi y Esteban Gómez.
Luego, en marzo de 2000 llegó la mudanza a la Liga Sudeste Quilmeña, en el complejo Ramondetti, en la ribera, torneo para el que Fernando y Cristian fundaron el “New Age”, un equipo casi nuevo que, a los ya mencionados, les sumó jugadores como Víctor “Vity” Romero, Walter Wolfran, Sergio Páez y Alejandro Aristimuño, entre otros.
Los primeros torneos fueron realmente duros con derrotas catastróficas (2-11 y 1-13) aunque la base del equipo se mantuvo a partir de los goles de Cristian, quien resultaría ser el máximo anotador en la historia del Nápoli con 179 gritos. También cabe destacar de aquella época los tantos del talentoso Miguel Rico, hermano del DT.
De a poco el grupo se fue agrandando y a pesar de los cambios de entrenador fueron sumándose a la estructura jugadores como el defensor Marcelo Lavagnino, hermano de Cristian; Leandro Piazza; primo de los hermanos Giaccardi; el arquero Leonardo “Pelusa” Matiussi, primo de Víctor; el delantero Germán “Mane” Canessa, quien ya había convertido un gol en el primer partido oficial del equipo el 25 de marzo de 2000; el sacrificado volante central Diego Sierra, estos dos últimos compinches desde la adolescencia; y José Da Rosa, a quien a veces le costaba bajar de la camioneta Ford F-100 en la que llevaba a jugar a su mejor amigo, Pablo Leveroni. (Tiempo después, el propio José diría que Nápoli le "salvó la vida¨).
Además, se lucieron otros jugadores que ahora ya no forman parte del plantel que tuvieron participaciones destacadas como, por ejemplo, Flavio “El Puma” Petriz, Juan Carlos “El Correntino” Almeyda y Gonzalo Rivadavia. El primero de ellos un virtuoso de toda la cancha, el segundo un defensor implacable y goleador desde el juego aéreo y el tercero un habilidoso con llegada que anotó uno de los tantos más recordados en un triunfo agónico ante el clásico Galván por 3 a 2, en el último minuto y con dos jugadores menos.
Pero el equipo, ya con el nombre “Nápoli” desde 2001, siguió alternando buenos y malos resultados casi por partes iguales, y quedando lejos de la cima de la tabla de posiciones hasta mayo de 2002, cuando asumió como entrenador en lugar de Uriel Wolfran, hermano de Walter, el uruguayo Lirio Pérez, el primero en provenir de afuera del círculo íntimo de familiares, amigos y compañeros de trabajo y estudio. Y así comenzó una nueva etapa en la vida napolitana.

La consolidación del grupo

Lirio fue quien trajo a Miguel Benítez (según Cristian el mejor arquero de la Liga actual) y de esta manera el plantel pasó a contar con su tercer adolescente menor de edad detrás de Leandro y de Konrad, el menor de los Wolfran y quien había debutado bajo la dirección técnica de Uriel.
Al mismo tiempo, el equipo sumó jugadores con experiencia como Javier “Xavi” Carballo, quien desde su velocidad, gambeta y goles se convirtió rápidamente en figura y con una estrategia basada en su juego, el DT charrúa llevó al Nápoli a obtener una racha de 12 partidos invictos y pelear por el título por primera vez, aunque la chance de dar la vuelta olímpica se perdió en la anteúltima fecha.
En 2003 hubo grandes arranques de torneo, abultadas goleadas y el primer y único triunfo ante Santa Catarina, uno de los grandes conjuntos de la Liga. También en ese año llegó Ernesto Marina, de larga trayectoria en el fútbol platense y fanático del Gimnasia, quien empezó como delantero y terminó reemplazando a Lirio como entrenador del equipo, puesto en el que se convirtió en el DT con más partidos dirigidos en la historia napolitana.
Por otra parte, se produjeron las sanciones disciplinarias por agresiones a los árbitros como las que recibieron Diego y el Correntino y el primer tanto oficial de José, en un increíble 4-5 ante La Cortada.
Las despedidas por suspensión y viajes dieron origen a las gloriosas reuniones de los jugadores para compartir fernet y asado en “El Templo”, en aquel entonces la casa de los hermanos Giaccardi y ahora de Cristian. Y en unos de esas comidas Diego, que se iba a España, trajo a su viejo amigo Ignacio “Nacho” Villa, quien había jugado para otro conjunto de la D, como Sospechá, y es hoy miembro del selecto grupo de los que ostentan más de 300 partidos jugados (Matías es el número 1 en ese rubro con 476 presencias y le siguen Ale, Cristian, José, Nicolás, Esteban y Leandro).
Con Ernesto de DT, el Nápoli llegó a una última fecha con chances de consagrarse campeón pero, otra vez, no le alcanzó: fue 1-1 ante Pucho Loco, en un partido caliente disputado en cancha 1. Durante ese torneo se produjo otro hecho histórico: el férreo defensor Jorge López disputó su partido 100 y convirtió su único tanto en un 4-0 frente a Deportivo Cazzola.
Luego devino un período de irregularidad, en el que el entrenador dispuso un planteo más ofensivo que de costumbre y la incorporación de dos jugadores a los que conocía de La Plata: Gustavo “El Vasco” Artascoz y Sergio Vinuesa, a los que más tarde se les sumó el delantero Emanuel Micheltorena para suplantar a Cristian, quien se radicó en el extranjero por cuestiones laborales.
El flamante atacante se despachó con nueve goles en siete partidos y entre esos tantos estuvieron tres en el desempate por el tercer puesto de la temporada ante Galván, lo que le valió a los napolitanos su primera medalla.
Poco después, y a raíz de una serie de lesiones, se sumó al plantel Sebastián Lecadito, cuñado de Ale y quien desde entonces mantuvo una asistencia casi perfecta, tanto de “6” como de “3”, excepto por los largos meses en los que él también sufrió por una rotura del tendón de aquiles.
Las lesiones y los malos resultados posteriores derivaron a principios de 2007 en la partida de Ernesto y los tres jugadores platenses, quienes regresaron a jugar al equipo del Banco Provincia. Y, nuevamente hubo que reemplazar al “9” goleador del plantel, posición para la que se incorporó Ricardo “Ricky” Rodríguez, quien por entonces no sabía que iba a terminar convirtiendo el tanto más importante en la historia del Nápoli y llegar a ser el tercer máximo anotador (con más de 100) detrás de Cristian y Esteban.
En esta nueva etapa, el nuevo entrenador fue Oscar Giorni, quien ya había disputado varios encuentros y convertidos algunos goles en los primeros torneos y debió afrontar la difícil misión de suplantar con nuevos jugadores ausencias importantes, como la de Xavi, operado de tobillo y rodilla, y la de Matías, quien pasó medio año trabajando en Europa.
Tras una serie de malos resultados, en la que el equipo estuvo 187 días sin ganar, Oscar dejó de ser el DT y fue reemplazado por Carlos Villa, padre de Nacho, con quien se sumaron al plantel jugadores nuevos que luego se convertirían en parte de la estructura que hoy en día sigue en pie: el defensor Nicolás “El Negro” Biscayzacú, el volante Germán “Chuger” Arpi y los delanteros José “Saviola” Sosa y Cristian Starópoli, otro ex Sospechá, primo de Nacho y quien tuvo una primera cosecha muy buena que lo convirtió en el máximo anotador de la temporada junto a Ricky, ambos con 11 conquistas.
Entre Nicolás, Ale y Esteban trataron de organizar un plantel que no tenía arquero fijo y que siguió inmerso en un período de inestabilidad hasta los regresos de los históricos Matías, Miguel y, especialmente, Cristian, quien en poco tiempo se convirtió en el nuevo entrenador ya que para muchos de los integrantes del plantel era “el indicado” para llevar al  equipo a la tan ansiada vuelta olímpica.

Los diez años y la histórica consagración 

Para gozar, antes hay que sufrir, y así le fue a Cristian como DT-jugador ya que en su primer torneo obtuvo un sexto puesto y hasta llegó a poner en duda su continuidad como entrenador. De su mano, Ricky se consolidó como el goleador del equipo y se produjeron grandes regresos como el de Xavi y Leandro (que había dejado de ser un virtuoso para convertirse en un metedor luego de su paso por La Cortada). Y con una base más consolidada, entonces sí se produjo la serie invicta más larga de la historia: 17 partidos, 7  en el Torneo Apertura, 10 en el Clausura y 9 victorias consecutivas, otro récord.
Durante esa seguidilla fantástica se puso en práctica el esquema 3-4-1-2 con las  novedades de Nacho como líbero (un “crack” como él juega en cualquier puesto), Xavi como doble “5” y Ricky como carrilero por derecha. Y con ese dibujo táctico se jugó en la misma semana que el equipo cumplió 10 años el memorable encuentro ante El Paquete, un clásico rival con amplia ventaja en el historial entre ambos y principal candidato al título.
Fue, sin lugar a dudas, “El Partido de la Década” y al que Nápoli llegó como punto, no sólo por los antecedentes sino también porque debió jugar con varias ausencias como las de Nicolás (radicado en Chicago, también por trabajo), Matías (viaje de luna de miel), Ricky (vacaciones), Sebastián (todavía no había curado su talón de aquiles) y Esteban (suspendido). Sin embargo contó con los regresos de Emanuel y Chuger (ya recuperado de la operación de su rodilla).
Así y todo se obtuvo un triunfo imposible de olvidar: 2-0 con goles de Emanuel y Starópoli, de tiro libre.
Pero no todo fue color de rosa ya que en ese partido Cristian sufrió la rotura de ligamentos de su rodilla, entonces, el plantel demostró sus variantes a través de jugadores nuevos como Gonzalo Rico, primo de los hermanos Rico; Luis “Lucho” Medina; y Marcelo Aróstegui, quienes aportaron juego y goles en momentos cruciales.
El 1 de mayo de 2010, Nicolás viajó desde los Estados Unidos no sólo para festejar su cumpleaños 29no., sino también para disputar el partido definitivamente más trascendental en la trayectoria de Nápoli. Había que ganar para salir campeón y no defraudar a la gran cantidad de familiares, amigos y ex jugadores que fueron a alentar junto al alambrado de la cancha 2, en la que Ricky marcó un golazo que quedó clavado en el ángulo del arquero de Abodequ y en el alma de todos los napolitanos.
El marcador final por 1-0 consagró a Nápoli como campeón, con 45 puntos, los mismos que El Paquete, pero prevaleció el resultado entre ambos equipos que cosecharon 14 triunfos, un empate y una sola derrota cada uno.
Una vez fuera de la cancha hubo cantos, fuegos artificiales, almuerzo, banderazo, caravana hasta El Templo y fiesta con música y fernet hasta el otro día. Y no era para menos ya que  habían tenido que pasar 10 años, 36 días, 344 partidos y 600 goles para obtener el primer título, con trofeo y medalla incluidos.
La campaña había sido inobjetable: el equipo sólo perdió ante Los Punteros (que terminó tercero), marcó 44 goles y sólo recibió 10. Ricky fue el goleador con 12 tantos, seguido de Esteban, con 8.
También se venció al por entonces último campeón, Harry (2-0 en la segunda fecha), y se obtuvo el clásico, 3-1 a Galván luego de haber perdido el invicto, lo que a otro grupo más débil le hubiera costado mucho esfuerzo asimilar. Pero Nápoli logró reponerse a todos los obstáculos que se le fueron presentando y finalmente tocó el cielo con las manos en base a un sacrificio enorme y a una unión grupal inquebrantable.

La leyenda continúa...

Luego de haber obtenido el título, lo cual para algunos fue el mayor logro de sus vidas, se produjo un período de relajación y cambios. Cristian dejó de ser DT y se dedicó solo a jugar, y su puesto fue ocupado por Ale, que le cedió la cinta de capitán a Matías, al tiempo que se produjeron los regresos de Ernesto y Víctor.
Los resultados no fueron los esperados y el equipo naufragó por la tabla de posiciones, tras lo cual, hubo un nuevo cambio de entrenador y Ernesto volvió a asumir esa función, para lo cual repatrió al Vasco; mientras que Ale dejó de jugar por un tiempo.
En ese marco, los napolitanos apenas mejoraron un par de posiciones y Cristian, ya recuperado de su lesión, fue otra vez el goleador del plantel que, a su vez, sacó a flote su fuerza mancomunada para afrontar una situación crítica cuando Xavi sufrió un infarto en medio de un clásico ante Galván, lo cual lo alejó de las canchas varias semanas.
A partir del verano siguiente, ya en 2011, Ale volvió a jugar y el equipo pareció retomar la senda del triunfo (no necesariamente por el regreso del capitán) hasta que una serie de derrotas lo depositó en una discreta 9na. posición.
Pero más allá de los resultados, hubo que afrontar la suspensión de Emanuel tras graves incidentes en el clásico ante Galván y la partida de Miguel. Y así, en el segundo semestre del año se tocó fondo: último en la tabla por única vez en la historia, con tan solo dos victorias, un empate y 11 caídas.
La única forma de levantar el ánimo de aquel grupo golpeado fue llevar a cabo un viaje alucinante a Montevideo, Uruguay, donde Nápoli disputó en marzo de 2012 su primer y único partido internacional ante el conjunto local “Aldo Macchio”.
Fue un sufrido 5-3 con dos goles de Cristian, dos de Esteban y el restante de Chuger, y sin arquero fijo, ya que no todos los jugadores pudieron ser parte de aquel fin de semana de locura. En tanto que para los que sí fueron, se trató de una verdadera fiesta inolvidable que duró tres días y tuvo de todo: reencuentro con el viajero Nicolás, hostel, salidas nocturnas, asado en una casa quinta bajo un sol abrasador y mucha camaradería.
De todos modos, la alegría de aquel viaje no se prolongó en el año ya que los resultados futbolísticos volvieron a ser negativos, en su mayoría.
Ya con una Comisión Directiva formalizada para tomar decisiones organizativas respecto del plantel y el regreso definitivo de Miguel, se incorporaron varios jugadores, entre ellos, el surfista Rodrigo “Pino” Riera, y el hockista Ginés Tourn, quien primero jugó como delantero y luego ocupó el puesto de entrenador en lugar de Ernesto.
Con Ginés como DT, el equipo recobró solidez y mantuvo una regularidad que se tradujo en resultados más satisfactorios que permitieron volver a codearse con los que peleaban el campeonato, al tiempo que se inició un proceso de recambio generacional, inevitable en todo proceso prolongado dentro de un grupo humano.
Además de Pino se incorporaron otros jugadores jóvenes y talentosos, como Pablo Gerez, Eugenio “Uke” Cabral, Lionel y “Leito” Isman, quienes se sumaron al regreso de Saviola y a César “Tuco” Mozzano, un refuerzo no tan joven para la defensa.
De esta manera se logró la segunda mejor racha de triunfos seguidos (6) y un cuarto puesto, y se gestaron las condiciones para el debut de Agustín, el hijo mayor de Cristian, lo que significó el surgimiento, nada más ni nada menos, de la segunda generación de jugadores napolitanos.
El paso del tiempo era una realidad indiscutida y Cristian, luego de volver a ser entrenador por unos partidos, decidió dejar de jugar para encargarse de un nuevo proyecto: Nápoli Superiori, el cual se concretó a principios de 2014, con el retorno de Fernando como DT y de jugadores históricos como Sergio, Diego, Walter y Víctor.
Mientras que del equipo de la D (ahora llamado Libres) se pasaron Cristian, José, Miguel, Sebastián, Xavi y Ale, llegaron Darío “Gula” Burgo, para empujar desde el fondo; y Leonardo “Leo” Moro, para correr y meter en el medio; quienes nunca antes habían vestido la camiseta napolitana, al igual que el delantero Diego “El Uruguayo” Achard.
Pero el comienzo de este proceso fue difícil debido a la pésima organización de la Liga y el equipo, en vez de jugar en la categoría Mayores, terminó disputando el torneo de la E, con rivales más jóvenes que los de la D. Esto obligó a incorporar jugadores jóvenes como Daniel “Dani” Santoiani y Konrad, dos mediocampistas con mucho juego, y a darle rodaje a la segunda generación completada por “Tommy” y “Nachito”, hijos de Cristian y Xavi, respectivamente. Y a pesar de todas estas circunstancias complejas, el Superiori logró en un primer torneo en la E el tercer puesto.
En tanto, el plantel Libres, bajo la dirección técnica Ginés, la reincorporación definitiva de Nicolás y El Negro como nuevo capitán, siguió con el recambio y sumó a Ariel Dallegre al arco, Hernán “Chichi” Gómez en el medio para tocar y jugar, y Santiago Cabral para volantear y llegar hasta abajo del arco con una velocidad increíble.
Recién en 2015, con el cumpleaños 15to. a la vista, la situación de Nápoli Superiori se normalizó y debutó en la categoría Mayores, para lo cual, tuvo que volver a acomodar su plantel en base a la edad de sus jugadores. Entonces, Dani y Konrad pasaron al Libres y se sumaron los debutantes Darío Rasmussen, Iván Olarieta y José “Peruano” Laurie Castro, tres volantes con calidad y gol; y dos viejos conocidos: Mane y el aguerrido Leandro Giorni, hijo de Oscar y quien ya había jugado en la D cuando su padre fue técnico.
Es que si hubo, y seguramente lo seguirá habiendo, un vector que atravesó de punta a punta la historia napolitana fue el que todo queda en familia y no exclusivamente la de los lazos sanguíneos, sino también la unión de la amistad, esa que te va dando la vida como un tesoro preciado que hay que cuidar y honrar con un compromiso permanente.

Comentarios

Dario "Gula" Burgo ha dicho que…
Gran relato de la historia napolitana! Muy emotivo.